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diciembre 20, 2019En el deporte (y en la vida) el trabajo mental y emocional siempre es importante. Un jugador puede estar muy bien físicamente, tener unas cualidades excepcionales, mucho talento, tácticamente entender el juego y la estrategia del equipo pero, si no ha trabajado el aspecto mental y emocional, un problema externo (como una discusión con su familia, por ejemplo) puede hacer que el día de la competición esté descentrado. El aspecto mental es tan importante como la alimentación, el descanso… para dar el máximo y no ofrecer una ventaja competitiva a sus rivales.
Pero, ¿qué pasa en una situación como la actual?
En estos momentos tan difíciles e inusuales que vivimos, trabajar los aspectos mentales y emocionales es igual o más importante, porque la incertidumbre, el desasosiego, la inquietud o incluso ansiedad… pueden desanimarnos. Y no solo eso, si no lo gestionamos, los pensamientos negativos pueden debilitarnos el sistema inmunológico, es decir, nuestras defensas. Por eso es importante estar en forma mentalmente, gestionar las emociones.
Una persona siempre puede mejorar y puede superar sus límites aplicando nuevas estrategias, desarrollando su fortaleza mental y emocional. Podemos alcanzar nuestro máximo rendimiento y nuestra mejor versión siempre que estemos dispuestos a ello. Es cierto que esto requiere mucha disciplina, mucho esfuerzo, mucho trabajo, sobre todo en situaciones adversas.
En el caso de un entrenador de élite hay que trabajar aspectos relacionados con el liderazgo. No tiene que quedarse solo en con su conocimiento técnico sino que tiene que ser un referente y aportar credibilidad y coherencia al equipo, a sus jugadores. Además, el entrenador debe adecuarse a las necesidades de cada jugador. Esto tiene mucho que ver con el liderazgo: tener una visión clara, unos valores. Y a veces con tanta presión y tantas influencias se puede perder un poco la perspectiva.
¿Y después del confinamiento?
Muchas cosas van a ser diferentes. Cuando acabe el confinamiento y todo vuelva a activarse, tendremos que desarrollar nuevas pautas, nuevos registros. La adaptación tiene que ser paulatina porque tendremos rutinas y hábitos diferentes. Primero tenemos que ser conscientes de ello, aceptarlo y darnos cuenta de que sí podemos hacerlo. Porque el cerebro tiene esa capacidad de adaptación, también se moldea.
Para el futbolista, se complica un poco más porque él tiene la exigencia inmediata de un resultado. Por eso es importante que reciba los mensajes de que, no por acelerar ese proceso va a ser mejor, sino que puede ser contraproducente porque generar ansiedad, nerviosismo… incluso lesiones si uno fuerza más de la cuenta. Hay que regularlo de una forma progresiva y para eso tienen el apoyo del cuerpo técnico. Será muy importante ese apoyo cuando vuelva la competición porque las cosas van a ser diferentes.