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mayo 17, 2019El objetivo del coaching es ayudar a otras personas a alcanzar su máximo rendimiento. Y para lograrlo, el coach debe tener la preparación adecuada y contar con ciertas habilidades fundamentales para convertirse en un apoyo real para esas personas. Pero antes de profundizar en el trabajo de un coach, vamos a repasar las principales diferencias de un coach con un psicólogo para situar de forma clara el papel de cada profesional.
Psicólogo vs coach
Es importante entender que el psicólogo, que ha estudiado una carrera universitaria de esa materia, puede hacer diagnósticos y dar orientaciones. Sin embargo, el trabajo del coach es ayudar a su cliente a ordenar y expresar sus ideas para encuentre por sí mismo las respuestas. El coach aporta perspectiva y te ayuda a encontrar sentido a lo que quieres.
Por eso, la persona que acude a un coach es siempre cliente, nunca paciente, porque el coach no diagnostica, no cura, no hace terapia ni indaga en las patologías de las personas. Ese es el terreno del psicólogo. Si el coach se mete en ese campo hay que huir rápido de él porque no tiene la preparación adecuada.
Ahora que hemos aclarado la función de cada profesional, vamos a analizar la preparación que debería tener un buen coach para proporcionar a sus clientes un apoyo real.
El trabajo de un coach
Siempre defiendo que el coaching no se puede aprender sin practicar y sin vivirlo en primera persona.
“El coaching es el arte de acompañar y apoyar a otras personas para que aprendan a conectar con su potencial y su talento, descubrir sus fortalezas y oportunidades de mejora, de modo que puedan alcanzar su máximo nivel de desarrollo y rendimiento”
Para conseguirlo, el coach debe aplicar una escucha activa. Solo cuando tu atención es plena consigues que la otra persona perciba que lo más importante para ti, en ese momento, es lo que te está contando. Así se crea una conexión especial que posibilita formular las preguntas adecuadas para obtener las respuestas que necesitamos.
Otra cualidad destacada en un coach debe ser la empatía aplicada. Sin consejos y sin opiniones. Solo se acompaña a esa persona para que plantee sus propios cuestionamientos. Si el coach opina o aconseja, deja de entender que esa persona tiene sus propios recursos, unas habilidades distintas y unas capacidades que no son las suyas y que, sin duda, le llevan a afrontar los problemas de un modo distinto a como lo haría otra persona.
Para lograr resultados y potenciar la mejor versión de cada persona, el coach debe aplicar en las sesiones todas las habilidades aprendidas durante su formación y, también, su experiencia tras haber trabajado todas las técnicas consigo mismo. Aquí está la clave para diferenciar a un buen profesional del coaching.
En resumen, el coach debe practicar una escucha activa y nunca juzgar ni opinar. Mostrar empatía y proporcionar varias alternativas a explorar para encaminarse a un objetivo. Y una vez que el objetivo está definido, crear un plan de acción para conseguirlo.